jueves, 25 de marzo de 2010


Siento que a veces corro, siento que a veces transpiro. Que en una calle una criatura extraña esta tras de mi. Que camina junto a mi sin que me de cuenta, hace que piense que estoy loco. Ocupo mis venas como audífonos y me distraigo en la imagen que se distorsiona con la música.

Me obliga a creer que estas no son palabras, no son sonidos que pueda escuchar ni cosas que se pueden tocar. Me tiritan los dedos y se deforman en el tecleo.

Me pica la garganta.

Siento el descontrol, siento mí el desenfreno. Mi inocencia.

Como hoy he de cortarme la cara para sacar los pétalos dorados que se encuentran bajo ella. Dejar mis uñas largas y tocar el arpa para hacer dormir a los querubines debajo de mi ceno en un perfecto cuadro prodigioso.

Y hoy frente al cuadro la mujer de chocolate se desnudaba casta ante su imagen, con su cara de nostalgia, con su mirada de nada. Con esa sonrisa ingenua vaciada en el recuerdo

Creo que cortes de nada se producen en mi memoria.

Entre los dedos se tejen historias con hilos de fantasía, entre sueños y cama, entre cama y sudor, entre sudor y sexo, entre sexo y cuerpo, entre cuerpo y química, entre química a la vista.

Entre el rosado y el turquesa.

Quiero que pare ya! Quiero que se detenga. Mis dedos se distorsionan entre tanta emoción y mis ojos se desorbitan, se emocionan. Y sin aliento me quedo en mi cama nuevamente.

Debajo de su uña encontró un trébol cuatro hojas