jueves, 13 de mayo de 2010


De azul marino en un parque me saque los zapatos victorianos y deje caer mi abrigo de mar de mí

cuerpo. Mis dedos lentos juegan con el pasto verde crecido, imaginando cabellos entre ellos.

Un pastel, dos pasteles, tres pasteles, lentamente a mi boca los traía. El cielo. Tan admirable. Tan libre, y yo sintiéndome tan encerrado en este cuerpo, en esta prisión.

Lejos de mi vista en una montaña vi a un caracol blanco con sus pequeñitos ojos rojos tras unos diminutos lentes para leer, siento que a lo lejos me sonríe. Sonrio. Termino mi pastel.

Sentí años otra vez, sentí la vida misma otra vez sentado ahí. Viendo como pasaron los minutos, las horas, los días y así, sigue y sigue que el tiempo me paso encima y mi piel aurragada como corteza se fue tiñendo de color marrón.